Un cachalote nadando en el literalmente Estrecho -se tardan 35 minutos en atravesarlo!-, constituye el fantástico Fin de Fiesta mientras decimos "sahá" a África.
Una vez en la península, la cosa cambia mucho. Rodamos de noche para intentar conquistar Granada, la alcanzamos y nos resguardamos merecidamente en el Torreón. Al día siguiente cae una tormenta justo cuando atravesábamos una de las zonas en obras. No da tiempo a ponerse el traje de agua. Realmente no hace falta: el viento caliente del verano hace su efecto. Esquivamos muchas otras que resultaban imponentes desde lejos.
Los últimos 100km. son agotadores - ha llegado el invierno ventoso. En una gasolinera, repostando en paralelo, con la pata puesta, nos informa un amable operario de que está prohibido estar montado mientras repostas, porque: - si te resbalas y cae la gasolina y salta una chispa se incendia todo. Arriesgando!
No hay comentarios:
Publicar un comentario